En esta nueva entrada, comento sobre mi experiencia como docente en un colegio de los Legionarios de Cristo, durante seis años y que finalizó hace ya casi diez.
Durante los últimos 12 años (aproximadamente), se ha publicado sobre las prácticas y escándalos de esta congregación de la iglesia católica, si bien eran conocidos desde hace varias décadas atrás. También, se han publicado testimonios de quienes fueron víctimas que comparten los sufrimientos, abusos y humillaciones que padecieron, ya sea en sus seminarios, en sus colegios o en sus universidades. Voy a dejar en este espacio el testimonio de lo que vi y viví como docente en uno de sus colegios. Como ha sido siempre en este blog, voy a tratar de ser lo más objetivo que pueda, pero advirtiendo que no tengo ni la mínima intención de ser imparcial. Vamos a ello.
Antes de entrar en materia, tengo que dar un poco de contexto, no sobre la orden ni sobre su fundador, de sobra ya conocidos, sino sobre mi relación con el colegio en el que trabajé como docente de bachillerato. El asunto es que fui alumno en ese lugar a mediados de los años ochenta, en secundaria. En ese entonces, esta escuela no pertenecía a los Legionarios sino a los Salesianos. Al terminar dicha etapa escolar, decidí salirme de ahí para continuar mis estudios, en concreto los de bachillerato, en la Universidad de Guadalajara, cursándolos en la Escuela Preparatoria No. 5. Pequeño dato de color: proseguí con estudios posteriores, tanto de licenciatura como de maestría, en esa misma universidad. En fin. Varios años después, en 2007, la vida me trajo de vuelta a dicho colegio, ahora como docente en bachillerato, cuando ya pertenecía a los Legionarios, como lo sigue siendo hasta el día de hoy.
Tengo que relatar que aquella fue mi primera experiencia como docente frente a grupo, después de varios años de dar clases particulares de música. Esto al principio no fue nada fácil, ya que debido a mi entonces falta de pericia, junto con mi autismo que acababa de descubrir apenas unos meses antes, tuve muchas dificultades, en forma especial en lo que se refiere a manejo de grupo. En ese tiempo, era frecuente que en mis clases las cosas no marcharan como debería de ser y que perdiera el control de mis estudiantes. Tuvieron que pasar muchas cosas y un par de años, para que encontrara la forma de mejorar la situación. No voy a ser injusto culpando al colegio por ello, sin embargo, sí habían situaciones ahí que no ayudaban a que el proceso fuera menos difícil, por decirlo de alguna manera.
Aquí es donde comienza mi testimonio. Es muy difícil trabajar como docente en un lugar en donde se tienen, a mi parecer, confusiones sobre cosas básicas. Una que considero central es el que se tienda a ver al estudiante como "cliente." Para decirlo pronto, en un colegio privado (que, para comenzar, no deberían ni existir, siendo que la educación es un derecho y no una mercancía, pero eso es otro tema), el o la estudiante no es el cliente, ya que no es quien paga. En todo caso, los verdaderos clientes son los padres y madres de familia, que deberían esperar y exigir que a sus hijas e hijos se les dé educación y formación de calidad, lo cual implica hacer que, cuando un o una estudiante cometa alguna falta, reciba la consecuencia adecuada y proporcional. No me refiero en forma alguna a que se les violente o reprima, sino a que no se les "alcahuetee," como sucedió en varias ocasiones con estudiantes que me daban problemas, y no sólo a mí, sino también a otros y a otras compañeros y compañeras docentes.
Recuerdo el caso de una estudiante, que era una chica bastante problemática, grosera y prepotente, que incluso, me llegó a comentar que disfrutaba hacer enojar a sus maestros y, especialmente, a sus maestras (cosa que yo atribuyo a su simple inmadurez de entonces. Estoy convencido de que las y los adolescentes tienen estas actitudes por ello y no por maldad). Esta estudiante no recibió consecuencias por sus actos ni por el bajo nivel de sus calificaciones, hasta el día en que sí se le expulsó por algo que, por lógica, no se pudo tolerar debido a la ideología católica conservadora de la orden: embarazarse. En resumen, mientras era grosera, prepotente y floja, no había problema; pero cuando se embarazó, ahora sí hubo consecuencias.
Otro elemento a desarrollar es el bajo nivel académico en el lugar. Con la idea de que se tenía que dar formación "integral" al estudiantado, en la práctica, se daba prioridad a las actividades extracurriculares por encima de las académicas. Eventos como las "tablas gimnásticas", "concurso del himno nacional", "altares de muertos", entre otros, recibían una mayor atención que las actividades de clase. Esto sin mencionar a las actividades religiosas a las que se les daba la máxima prioridad. No digo que dichas actividades, incluyendo quizás a las religiosas, no fueran importantes, al menos para el colegio; pero creo que no lo son tanto como para ponerlas por encima de las de clases. Ello tenía como consecuencia que fuera muy difícil manejar una secuencia de estudios que fuera sostenida, ya que se interrumpía en forma constante, lo cual complicaba el manejo de la disciplina y el control de grupos, con la afectación correspondiente en el nivel académico. Por aparte, comparto que en ciertas temporadas, se nos solicitaba a las y los docentes que preparáramos con clases especiales a las y los estudiantes para que pudieran resolver las pruebas diagnósticas anuales, como la extinta ENLACE, para subsanar la situación ya descrita. Esto evidencia, a mi parecer, la situación de simulación académica que se vivía.
Por otro lado, he sabido mucho acerca de las denuncias que se han hecho públicas sobre asuntos muy graves acerca de abusos sexuales a niños, niñas y jóvenes perpetrados por sacerdotes de la orden, superiores e incluso personal académico, en sus centros educativos. Estoy convenido de que todo ello es cierto. Sin embargo, en este testimonio y ateniéndome a la verdad, tengo que decir que nunca fui testigo o me enteré de situación alguna de este tipo durante el tiempo que trabajé en el colegio. Ignoro si las hubo, y si fue así, no me di cuenta de ello. Mas, lo que sí me tocó presenciar fueron situaciones de chantaje, recurriendo a las creencias religiosas, por parte del personal clerical. La que más recuerdo fue una ocasión en la ceremonia de honores a la bandera (otra actividad extra que, por cierto, podía durar hasta varias horas, y la que no era raro que llegara a salirse de control), en donde el capellán de turno refirió a la queja de varios padres y madres de familia, por las cuotas extra que se cobraban, con el pretexto de sufragar "apostolados." El capellán dijo al alumnado presente, palabras más, palabras menos; "estamos recibiendo quejas de padres de familia por las cooperaciones que solicitamos para los apostolados. Está bien que se quejen, es útil porque así nos damos cuenta de en qué familias no existe la virtud de la caridad." Parecerá algo tonto, pero cuando niños, niñas y jóvenes se encuentran sumergidos en un ambiente de catolicismo ultra-conservador, y por ende sus familias, un señalamiento así les puede ser humillante.
Esta situación que acabo de desarrollar, me llevó a algo de lo que sí pude darme cuenta; el gusto que tienen en esa orden por el dinero. Comento otra; como mucha gente sabe, la famosa campaña "Teletón" es una obra que está manejada por los Legionarios en forma particular en México. Cada año, durante aproximadamente un par de semanas antes del evento, los niños, niñas y jóvenes estudiantes del colegio, tienen la tarea de recolectar donaciones por medio de alcancías que, obviamente, se encuentran cerradas y selladas. En una ocasión, un viernes antes del evento, se me pidió que apoyara en la recolección de alcancías que las y los estudiantes ya estaban entregando, para llevarlas a un aula que en ese momento no tenía clase. Ahí, unos jóvenes sacerdotes recién ordenados, que estaban de visita, recibieron y abrieron las alcancías con unas llaves especiales que llevaban consigo, y las vaciaron. Después, pidieron a tres maestras de la sección primaria que se encontraban presentes, que acomodaran y contaran el dinero. Lo que me llamó la atención durante el proceso, fue la vigilancia súper estricta que los sacerdotes ejercieron sobre las maestras en dicha labor, como si temieran que alguna de ellas fuera a tomar y guardarse siquiera una sola moneda. Terminado todo aquello, los jóvenes sacerdotes tomaron todo el dinero y se fueron rápido, casi sin despedirse. Fue un momento tenso. Esto me dio a pensar que si, cuidaban con tanto interés una cantidad de dinero, más bien baja, tendrían ese mismo o mayor interés cuando se trataba de sus presupuestos operativos de millones de dólares que, ahora se sabe, manejan. Estas situaciones me dieron a entender que viven para el dinero.
Otra situación que puedo desarrollar es el conjunto de los elementos que tenían que ver con las relaciones laborales del colegio con su personal docente. Destaco dos: uno, el hecho de que en el colegio, se les vendía a las maestras los uniformes que se les exigía vestir (los maestros podíamos, en cambio, vestir traje). En todos los trabajos en los que se requiere que el personal use uniformes para laborar, estos se les proporcionan por parte del empleador, por lo que no tiene lógica o sentido que se exija vestir uniforme para después vendérselo al personal, salvo que sea una forma de sacar provecho económico de ello. El otro, previo al inicio de cada año escolar, al final de las actividades de capacitación, se tenía una junta sobre condiciones salariales y laborales, en donde se nos informaba que, debido a que el volumen de inscripciones y reinscripciones menguaba, nos olvidáramos de que hubiera aumentos salariales o mejoras contractuales. No sólo ello, sino que se nos culpaba de dicha baja de volumen, diciéndonos que se debía a que nuestro trabajo no cumplía con la calidad esperada, y que había quejas de ello por parte de los padres y madres de familia. Esto en un colegio en donde, como he expuesto, se solía "alcahuetear" a estudiantes y a dar mayor importancia a lo extracurricular. Una de las consecuencias de ello era el gran nivel de rotación de personal que se daba entre los y las docentes, habiendo quienes no permanecían ni siquiera un ciclo escolar completo en el lugar.
Finalizo este testimonio con un párrafo mencionando elementos que sí agradezco de mi paso como docente en ese colegio, para no ser injusto. Primero, que mis compañeros y compañeras docentes eran excelentes personas con quienes conviví muy bien. Segundo, todo el apoyo y paciencia que recibí para mi crecimiento docente por parte de quien fue mi coordinadora, a quien recuerdo con todo respeto y cariño. Tercero, que haber pasado por esta experiencia fue, para mí, mejor que cualquier terapia para aprender a ser más funcional como autista. Cuarto, que tuve por medio de ello la oportunidad de obtener desarrollo profesional como la certificación por parte de la SEP, además de poder aplicar en ese lugar mi proyecto de investigación con el que obtuve mi título de maestría. Por último, la forma en como los Legionarios llevan su catolicismo, tan conservador, fanático e incongruente, tuvo como resultado (no deseado por ellos, por supuesto), que obtuviera uno de los empujones que recibí para que me alejara de la religión en forma definitiva, cosa que creo que terminó haciéndome mucho bien.
Zapopan, Jalisco, Noviembre 2022.
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