Advertencia previa: como en otras entradas en este blog, las reflexiones desarrolladas en este escrito son una combinación entre lo que sé, lo que pienso y lo que creo.
Mi vida como militante de izquierda me ha ido dejando enseñanzas sobre los grandes temas que son de interés para este lado del espectro político, siendo aquellas aprendidas sobre el movimiento feminista las más importantes que he adquirido en los últimos meses. Lo aprendido refuerza aquellas que desarrollé en un escrito que elaboré hace unos años, y añaden varias más que se intentarán expresar, del mejor modo que a mis capacidades les sea posible. El escrito referido se encuentra en este mismo blog, en la siguiente entrada:
http://profrodrigomtz.blogspot.com/2017/01/para-mi-hija.html
I. La dificultad de desarrollar el tema del feminismo para un hombre.
Es muy difícil, siendo directos, escribir, hablar, desarrollar o simplemente pensar en el feminismo cuando quien lo hace está sexuado con el género masculino, ya que se entra en un espacio que no le es propio, o dicho de otra forma, que no le pertenece. El conocimiento sobre la experiencia vivencial de las mujeres dentro de la sociedad patriarcal o machista, siempre será parcial para los hombres. Es imposible para un hombre, incluso aplicando un ejercicio esforzado de empatía honesta, dimensionar con objetividad el padecimiento de todas las situaciones de injusticia, subestimación, discriminación y violencia con las que las mujeres tienen que vivir en sociedades como la nuestra, en donde los derechos negados se vuelven privilegios estructurales del otro género. Esta dificultad, aunada a otra idea que se desarrollará más adelante, dan base a un aprendizaje que concibo como una verdad, que es también muy difícil de asimilar desde un progresismo mal entendido: un hombre no puede ser feminista.
Esta última afirmación se puede expresar en otra forma, utilizando una fórmula sacada de una de las citas más importantes del presidente Salvador Allende; "ser hombre y ser feminista es una contradicción hasta biológica". La primera idea que da base a esta frase se desarrolló en el párrafo anterior, y se complementa con otra que se expone en el presente. Si se revisa la definición básica sobre el feminismo, consultado el diccionario de la RAE, se encuentra que el término refiere a "principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre", y también " movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo". Combinando ambas acepciones, feminismo se define como un movimiento que lucha por el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Sin embargo, esta definición es, a mi parecer, inexacta, ya que le falta de algo que concibo como fundamental para comprender este movimiento; es un espacio de desarrollo de las capacidades humanas de las personas sexuadas con el género femenino. Aquí es importante señalar que la necesidad de la existencia de este espacio para la mujer obedece a que la sociedad patriarcal le tiene negado su derecho al desarrollo humano pleno, como parte de su funcionamiento estructural. Aquí es donde concibo que el feminismo es un espacio exclusivo para la mujer, en donde en los hombres no debemos ejercer influencia, ya que ello da como consecuencia la reiteración, dentro del feminismo, de las lógicas de la sociedad patriarcal, lo cual lo despoja de su sentido. El feminismo es, y debe ser, exclusivista en forma necesaria.
Esto me lleva a sustentar una afirmación que debe quedar clara; como hombre, no soy feminista, y no soy feminista porque soy hombre, por lo tanto, no soy feminista porque no puedo serlo. Sin embargo, como una persona quien se considera un poco más consciente, puedo decir que el feminismo es un movimiento que apoyo, ya que creo que lo que busca lograr es lo correcto. En resumen: no soy feminista; apoyo al feminismo, que es distinto.
II. Papel del hombre consciente ante el feminismo.
Es necesario establecer una obviedad casi infantil, sustentada en lo que hasta aquí se ha reflexionado. El papel del hombre consciente ante el feminismo no puede ser el mismo que el de la mujer, y aún menos que de la mujer militante. Su papel tiene que ser fundamentalmente de apoyo al movimiento, pero guardando la distancia. Lo resumo en una frase; el hombre consciente se tiene que involucrar con el feminismo, sin inmiscuirse en él. Se requiere que el hombre tenga una idea clara, si bien siempre será aproximada, de la situación de injusticia que es inherente a la sociedad patriarcal, y de la maldad que es propia del machismo, y actuar desde su propia trinchera. En este sentido, creo que la acción más importante será que los hombres cuestionemos las ideas y conceptos sobre la masculinidad que son propios de la sociedad patriarcal y del machismo. En un nivel más profundo, el hombre consciente debe replantear el significado mismo de lo que es el ser hombre, y desde ahí construir una nueva identidad para el género masculino, más cercana a lo humano, a la percepción de la mujer como persona antes que mujer y a su autopercepción como persona antes que hombre.
III. El hombre no es el enemigo, pero sí es parte del problema.
Antes se ha mencionado la necesidad, para la mujer, de que el hombre mantenga distancia con el feminismo como espacio exclusivo. En una sociedad verdaderamente igualitaria, dicha distancia no tendría que ser necesaria, y en una sociedad idealmente igualitaria, el feminismo ni siquiera tendría razón de ser. Sin embargo, la realidad es que vivimos en una sociedad patriarcal y machista, por lo que la necesidad de la distancia se fundamenta en un hecho tan real como nefasto: la mujer requiere de este espacio ya que la presencia de hombres le representa un peligro. Los hombres sabemos que la sociedad patriarcal nos da privilegios, además de que nos "educa" para hacer uso de los mismos con un nivel muy grande de normalización. Aquí se explica porqué, incluso entre los hombres que se consideran como "progresistas", hay poco entendimiento sobre la línea divisoria entre el involucrarse con la lucha feminista y el inmiscuirse con el feminismo, mencionada líneas arriba. Los hombres no estamos acostumbrados a pensar en el feminismo como un espacio que no nos pertenece, ya que en una sociedad patriarcal no existen espacios que no pertenezcan a los hombres, o en los que los hombres no tengan injerencia u opinión por lo menos.
A lo anterior se agrega algo más grave; que las ideas que se tienen en el feminismo militante, o radical, sobre los hombres no son del todo equivocadas. Voy a desarrollar un ejemplo; cuando se dice que todo hombre es un violador en potencia (como lo dicen en la rutina coreográfica que es interpretada por colectivos desde días recientes: "el violador eres tú"), no siento que haya ofensa alguna, por lo menos hacia mí, ya que es cierto, dejando en claro que me incluye, no en un sentido fáctico, pero sí como alguien quien sabe que, por el tipo de sociedad en que vivimos, hay más posibilidades de que yo salga impune de un delito de violación, que las de que mi víctima obtenga justicia y reparación del daño, que implicaría un castigo justo hacia mi persona. Como lo he dicho, este es un ejemplo que no se debe tomar con un sentido de hecho (juro con el corazón en la mano que soy incapaz de hacer algo de esta gravedad y naturaleza), pero sí explica el peligro potencial con el que la mujer tiene que vivir en su relación con los hombres en una sociedad patriarcal. Si bien, el ejemplo es extremo, también es ilustrativo. Mientras los hombres no tengamos esto presente, como un punto central y de inicio, no podemos aportar nada a la lucha feminista. Es verdad también, en aras de ser justos, que los hombres, como hecho, no tenemos la culpa de la situación, en el mismo sentido en que no tenemos culpa de haber nacido hombres (nadie escoge su género antes de nacer). Pero si no somos conscientes de la realidad y cuestionamos los privilegios que obtenemos por ser del género masculino, entonces somos cómplices al menos por omisión. Es cierto que los hombres no somos el enemigo, sino que lo son la sociedad patriarcal y el machismo, pero mientras no cambiemos, somos parte del problema.
Con todo lo anterior, se puede retomar la idea de que los hombres no podemos ser feministas. Una conclusión a la que he llegado es que cuando un hombre dice que es feminista, no sabe, o no entiende, lo que es realmente el feminismo en el mejor de los casos.
Para cerrar esta parte, comento que una conocida, militante de una organización feminista, me hizo ver que, a pesar del riesgo que en todos los espacios de la vida tienen que sufrir las mujeres al convivir con hombres, como son los centros de trabajo, de estudios, espacios públicos incluido el transporte, incluso el hogar; aún desarrollan, en forma natural, vínculos afectivos con ellos. Tienen padres, tíos, abuelos, hermanos, primos, compañeros de trabajo, de escuela, hijos, parejas del sexo opuesto. Por esta razón, se vuelve fundamental el que los hombres tomemos conciencia de que debemos dejar de ser esa fuente de peligro, de que la sociedad patriarcal discrimina y de que el machismo mata incluso.
IV. Violencia y vandalismo como formas de expresión política.
En este último año, se ha visto que en las marchas feministas se han dado actos de violencia y vandalismo, que han sorprendido a la opinión pública, y que desatan la polémica, en forma especial en las redes sociales, con comentarios y favor y en contra. Hay quienes piensan que dichos actos son válidos como formas de expresión del hartazgo hacia la situación que viven las mujeres bajo la sociedad patriarcal y el machismo. Hay quienes piensan que dichos actos desvirtúan y descalifican el sentido de su lucha.
En este punto, como en los anteriores, tengo que fijar mi postura personal; siempre estaré en contra de la violencia y del vandalismo, ya que soy un pacifista convencido. Sin embargo, esto no me da facultad alguna para invalidarlas como formas de expresión política, especialmente cuando quienes las ejercen ya agotaron otros medios. En la historia, y en particular en la de nuestro país, han habido casos en donde se tuvo que ejercer la violencia para terminar con una situación de injusticia, después de que se agotaron otras formas. Madero llamó al levantamiento en armas contra Porfirio Díaz cuando ya no hubo otro camino. En el caso que ocupa estas reflexiones, he oído testimonios sobre que ya se han llevado a cabo reformas legales, talleres, conferencias, cursos, manifestaciones pacíficas, artículos, ensayos, libros, entre otros, sobre los temas de feminismo, perspectiva de género, convivencia pacífica entre géneros, acciones afirmativas, etcétera, y que el machismo no cesa. Siguen los feminicidios, las desapariciones, las violaciones, la trata de blancas, la prostitución, la desigualdad económica, la desigualdad social, la desigualdad salarial, la invisibilización, el maltrato. Es, en cierta forma, natural que dicho hartazgo tenga al final que salir por la vía violenta.
También tengo que decir que, me parece un gran acto de deshumanización contra las mujeres el decir que, por ser tales, no puedan ejercer actos violentos en un momento dado, ya que se cae nuevamente en la visión patriarcal y machista del género femenino. A ello yo respondo que sí lo pueden hacer, y que tan lo pueden hacer que lo hacen (sin que yo esté de acuerdo con ello, por la razón que ya expresé). También coincido en que es una verdadera tontería (por decir lo menos), dar mayor valor a una pared o a un monumento, que se pueden reparar, que a la vida y dignidad de las mujeres.
Por otra parte, estoy también de acuerdo en considerar la posibilidad de que a las marchas feministas recientes, se hayan incorporado grupos coordinados de elementos infiltrados, con el propósito de desacreditar el movimiento, y defender los intereses del patriarcado, a través de las acciones violentas y vandálicas. Esto es posible, ya que no es la primera vez que ocurre cada vez que hay una manifestación de un grupo progresista, no sólo feminista, sino también de otros tipos, como altermundistas, ecologistas, derechos del colectivo LGBT, organizaciones de izquierda, por poner algunos ejemplos. Aun así, no me parece válido descalificar las capacidades y naturaleza humana de las mujeres en sus formas de manifestación y acción política.
V. A manera de conclusión.
Puedo decir, desde el punto de vista de una persona observante, que si bien es verdad que en el tema de los derechos e igualdad de las mujeres han habido avances muy importantes, también lo es que los acontecimientos sucedidos recientemente nos recuerdan que aún hay mucho camino por recorrer, y que dichos derechos e igualdad todavía no son una realidad plena. También, concluyo que los hombres aún no hemos entendido la naturaleza del papel que nos corresponde ejercer al respecto. Ellas son la mitad de la humanidad, pero nosotros somos la otra. Si no hay un involucramiento real y bien entendido por nuestra parte, entonces no se va alcanzar la igualdad en derechos y en dignidad entre mujeres y hombres. No será posible realizar la máxima de Rosa Luxemburgo; "ser socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres".
Zapopan, Jalisco, diciembre 2019.
Disclaimer: imagen tomada de internet en forma libre. Sus derechos pertenecen a sus dueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario