viernes, 16 de junio de 2017

México 86


El escrito que dejo en esta nueva entrada no es de mi autoría, lo encontré revisando un cajón. Es el epílogo de un material de lectura para la materia de "Problemas Socioeconómicos y Políticos de México" que se cursaba en el plan de estudios del bachillerato unitario de la Universidad de Guadalajara que era vigente en 1991, año en que cursé dicha materia.
 
Por algún tiempo supuse que el autor del texto fue el Lic. Juan Real Ledezma quien fue mi maestro en la Escuela Preparatoria Núm. 5, pero la verdad es que no tiene firma. En los párrafos finales se da a entender que su autor fue un profesor de Sociología que trabajaba en dicho plantel en el año de 1986 (año en el que yo todavía era un niño). Es por ello que mencionaré como su autor a "un profesor de sociología de la Preparatoria 5 en 1986".

México 86

1986. Ha sido el año dramático del desplome de los precios internacionales del petróleo; del decrecimiento del producto interno bruto; de la persistente e incontrolada inflación; del crecimiento del déficit público; del cierre de empresas privadas y de las "fusiones" de las paraestatales; de la nueva carta de intención del país con el F.M.I., con las consecuentes draconianas medidas de austeridad, traducidas en una inmediata elevación de los precios de los energéticos, la reducción del gasto público, el retiro de los subsidios a los alimentos básicos; dígase lo que se diga, la mayoría de los mexicanos hoy come menos y cada vez vé [sic] más reducidas sus oportunidades de tener acceso a la educación, de tener seguridad social y vivienda digna. Ha sido el año de la entrada de México al GATT, lo que en términos prácticos significa la aceleración de la apertura del país al comercio exterior, sustituyéndose los permisos de importación por las [sic] aranceles, es decir, el Estado debe quitar la tradicional protección arancelaria a la industria nacional para que compita de igual manera con las grandes empresas del capitalismo mundial, la incógnita no muy difícil de despejar es: ¿podrá el obrero mexicano ganando el salario mínimo elevar la productividad de la empresa?

1986. Iba a ser la consagración del régimen de De La Madrid, al mostrar al mundo que el modelo adoptado para salir de la crisis era el correcto, y de paso se esperaba la promoción turística del país, y una importante entrada de divisas, todo en torno al mundial de futbol, ¿y qué ha sucedido? El mundo presencia una rechifla de 35 segundos al presidente de la república, quien no se desalienta, dirige las porras de la selección nacional, y desde la comodidad del palco "oficial" desde el "azteca" saluda al "capitán" Boy, y en el colmo de la abyección, premia la mediocridad con la "mas alta condecoración que el gobierno mexicano otorga a los extranjeros": el "águila azteca", para Bora. ¿Y el pueblo? Bueno, vamos por partes. El que pudo asistir a los estadios -los boletos más baratos costaban 5 días de salario mínimo- hizo la "coca-ola" -la orgullosa aportacion de la afición regiomontana al patrimonio intelectual de la humanidad-, convivió con la impresionante avalancha de turistas extranjeros y les aprendió constumbres folklóricas y pasó a ser artífice de la historia, ya podrán contar a sus nietos "yo estuve en el mundial". ¿Y los que no fueron? Pues nada, desde su cómoda butaca instalada en la paz de sus hogares, se emocionaron igual o más, con las repeticiones de los goles, con los sesudos comentarios de los "especialistas", con la impresionante cantidad de penales que anotaba el Hugo Milk en los comerciales y los inolvidables encantos de la chica del chiquitibum, quinta esencia nacional que opacara a la Malinche, a la Coyolxauhqui y a la Corregidora de Querétaro... ¿y después? El reventón en grande. "Recuerdan en el mundial del 70 a la multitud cantando el himno nacional al pie del angel" [sic] nos recordó a la dulce abuelita Televisa. "¡Ah! (suspiro profundo) ¿qué no será este mundial?" Y no faltaba más, explotó el nacionalismo futbolero. La bandera nacional perdió el águila y la serpiente, pero ganó un balón que une al mundo. El himno de la chiquitibum opacó al himno nacional. La estatua de Don Vicente Guerrero pierde su espada y al Padre de la Patria no le va mejor, sobre sus espaldas más de alguno se precipita como las nuevas águilas que caen y si no fuera por la cerradura de la cripta de su venerable cráneo, hubiera tenido el dudoso privilegio de servir de balón de futbol, después de 175 años... y llegó el día fatal de la historia nacional, sábado 21 de junio, los nazis cometen su más artero crímen, en serie de penales exterminaron el equipo tricolor que tenía mucho corazón. Pero no importa, en cuatro años estaremos en Italis [sic] y...

1986. Desde el 25 de mayo, nuestra ciudad fué [sic] entrada en calor futbolístico, llega la selección brasileña y se postra ante la Virgen de Zapopan; los tapatíos se suben al carro del supuesto vencedor y se visten auriverdes; la furia roja española nunca logra conquistarlos ni con todo y las porras de Plácido Domingo, quien viene a cantar en favor de los damnificados de Ciudad Guzmán y Tlatelolco en la Plaza de Toros; y claro también Guadalajara instaló su reventódromo, aunque aquí también tenemos angel [sic] -me refiero a la estatua- este se encuentra en un lugar muy "naco", la calzada Independencia y la pobre diosa de la sabiduría -La Minerva- pagó los platos rotos del incontenible entusiasmo del pueblo tapatío, que se desbordó en inconmensurables muestras de nacionalismo; los precios de las banderas nacionales y de Brasil se cotizaban a la par de dólar; velocidad y uso continuo del claxon de los jóvenes, ¿de los jóvenes?, qué va si hasta algunos cuarentones les brotó el orgullo futbolero. ¿No que no les gusta el futbol? Los hayan oído, haciendo sesudas reflexiones sobre los momentos coyunturales del partido México-Bélgica, y acerca de la epistemología ontológica del tiro de esquina...¿Clases durante el mundial? me preguntaba extrañado un negro maestro de psicología de la Sorbona, al que todos suponían brasileño... Pues sí, entre camisetas auriverdes de mis alumnos, las y los imitadores de la chiquitibúm y los desvelados tuvimos que hablar de las peripecias del peso en 1948 y 1954, de las aventuras del presidente playboy don Miguel Alemán y otras curiosidades; tuvimos que correr más de alguna vez del estadio al sagrado deber de la cátedra, y resistir la tentación, pero la condición humana es débil y la grandiosa victoria de la furia española sobre la incontenible Dinamarca lo merecía todo, me reivindica tan sólo [sic] haber rechazado una cuantiosa apuesta a un indigente estudiante de la Prepa 5 y esto por elemental compasión y no por falta de confianza en las huestes herederas de Carlos V y Felipe II... Y el día fatal del asesinato de las esperanzas verdes; tras una minuciosa revisión de las autoridades de la escuela para erradicar radios y televisores de los salones de clases, imparto sociología con el sobresalto de los cohetes, la banda y los gritos de un país conmocionado; en un arco en frente de la escuela se podría leer "Virgen de Zapopan, salva a México".

1986.- Es un año, en que todos los que nos dedicamos a la labor educativa, nos debe dejar una lección permantente: no podemos competir ante la agalancha [sic] publicitaria de tal naturaleza, tan sólo [sic] podemos canalizar las circunstancias, para un adecuado rendimiento, y esto solo [sic] se logra en base a [sic] una armónica relación maestro-alumno, sin ventajas, ni condicionamientos. El poder de la televisión se manifestó en toda su magnitud: impuso modos de comportamiento, ordenó el uso de los productos "oficiales" y cuando quizo [sic] canalizó con su poder invisible a las multitudes. El Estado se vió [sic] superado y cuando se empezó a desbordar la violencia en las calles, tuvo que responder con la represión policiaca, cosechando aún más impopularidad... La universidad como conciencia crítica de la sociedad, no debe perder de vista uno de los objetivos fundamentales de la educación, según el artículo tercero constitucional, que es "el amor a la patria", el cual debe ser muy bien definido ante el efímero nacionalismo futbolero, al servicio de la instrumentalización comercialista; en esa línea quisiera concluir con un pensamiento, de uno de los grandes maestros de la juventud mexicana, apasionado incorregible de su patria: Jesús Silva Herzog:

"Yo tengo unos cinco o seis mil exalumnos, pero pocos discípulos. Llamo discípulos a aquellos que tengan como normas escenciales [sic] de su vida la honradez, en primer lugar la honradez, el trabajo constante y una sed inextinguible de saber: estudiar, trabajar todas las semanas del año y todos los años de la vida, que sientan que están al servicio de la sociedad de la que forman parte y deben amar a México; saturar la sangre, la carne y los huesos. ¡Todas esas cosas! Por eso yo tengo muy pocos discípulos".

Autor: Un profesor de sociología de la Preparatoria 5 (U de G) en 1986.
Recuperado en junio 2017 por Rodrigo Martínez M.

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