Y llegó otra vez el 12 de octubre.
Como cada año se observa en mi redes sociales los mensajes, comentarios, imágenes que hacen alusiones a esta fecha, la mayoría de ellas en un tono negativo. Esto me hace mover, una vez más, a la reflexión.
La historia registra, con el encuentro entre dos mundos, el inicio de un proceso difícil, caótico, sangriento y doloroso. Un continente que ya tenía habitantes, en el que se habían ya desarrollado culturas de raíces milenarias, que habían logrado el desarrollo de conocimientos científicos notables en muchos casos, que tenían organización social y sistema económico; se enfrentaba al encuentro con seres venidos del otro lado del mar, quienes tenían su propios desarrollos, sus propias realidades culturales y sistema económico que les ponían en posición de un desfase con respecto de las primeras. Es verdad que los europeos tenían la misión de conquistar nuevas tierras para sus reinos, de encontrar nuevos recursos para explotar. Un encuentro así no puede darse bien.
Quienes dicen, "América no fue descubierta, sino invadida y saqueada" tienen razón. También la tienen quienes sostienen que "el 12 de octubre de 1492 fue la fecha de inicio de uno de los genocidios más graves de la historia". Todo ello es verdad. Lo que se conoce como "la conquista" significa un proceso de imposición, genocidio, saqueo, despojo y desarraigo cultural. Ninguna persona de buena voluntad puede ignorar estos hechos, ni desentenderse. Es historia y tuvo consencuencias.
Sin embargo, una persona de verdadera buena voluntad tampoco puede (ni debe) dejarse llevar por un apasionamiento que dé cabida a manifestaciones de odio y xenofobia hacia lo europeo. Se debe denunciar el proceso de conquista como lo que fue, pero sin odio. El odio no lleva a la reparación del daño o a la justicia para las víctimas, sino que crea nuevas divisiones y acarrea nuevas víctimas. Los actuales habitantes de este continente no deben culpar, y menos odiar, a los pueblos actuales del otro. Una cosa son las oligarquías y las trasnacionales de ese continente, quienes hasta el día de hoy continúan con el despojo, y otra muy distinta son los pueblos. A las primeras se les denuncia y combate, a los segundos se les tiende la mano para ayudarnos en forma mutua, ya que a ellos también los explotan como a los nuestros.
Finalmente, siempre me he preguntado, ante la imposibilidad de haber evitado el encuentro entre estos dos mundos, ¿qué hubiera pasado si, en vez de haber llegado al continente la peor gente de Europa (presidiarios, analfabetos, capitanes y generales ambiciosos a quienes movía la codicia), hubiera llegado la mejor? ¿Cómo hubiera sido el encuentro si hubieran descendido de aquellos barcos escritores, cronistas, lingüistas, historiadores, astrónomos, físicos, médicos; en corto, intelectuales? Quizás en lugar de conquista, saqueo y genocidio hubiera habido intercambio y enriquecimiento. Se hubieran llevado conocimientos en matemáticas, sistemas de construcción y astronomía a sus lugares de origen en lugar de oro, recursos y esclavos. Hubieran dejado avances tecnológicos en navegación y transporte, además de filosofía europea en lugar de enfermedades, despojo e imposición. El enriquecimiento cultural (que sí hubo en realidad y pese a todo) y el mestizaje hubieran sido suaves y en paz en lugar de haber costado sangre y deshumanización. Es sólo una idea.
12 de octubre, nada que festejar, mucho que reflexionar.
Rodrigo Martínez.
Zapopan, Jalisco, 12 de octubre, 2016.
Disclaimer: la imagen fue tomada de internet en forma libre, sus derechos pertenecen a sus dueños.
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